La actual situación que se está viviendo en Corea no es sino un calco de lo que durante más de cuarenta años aconteció en el resto del mundo. Dos mundos enfrentados, dos sistemas económicos, dos estructucturas sociales y dos grandes potencias vigilando en lo que se vino a llamar Guerra Fria.
Tras la ocupación japonesa de Corea (desde el s.VII hasta el s.XX fue una sola nación) durante la segunda guerra mundial y la posterior capitulación de los nipones tras el bombardeo a sus ciudades con las primeras y únicas bombas atómicas hasta el momento lanzadas sobre población civil, la península coreana fue nuevamente ocupada por dos de las naciones vencedoras de la guerra: EEUU y la URSS. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas ocuparon la zona del norte y EEUU dió su apoyo explícito al lider nacionalista del sur que detestaba la idea de una Corea comunista unida. Tras las elecciones de 1948 en la zona sur se proclamó la República de Corea, que estableció su frontera con sus vecinos del norte en el famoso paralelo 38.
La influencia que china y su reciente revolución tuvo sobre los norcoreanos y la necesidad de Stalín de aumentar su área de influencia, tal y como estaba ocurriendo en Europa, animó a los dirigentes de la República Popular de Corea para atacar a Corea del sur, algo que sucedió a finales de junio de 1950. La reacción de EEUU fue inmediata, y a través de un conjunto de tropas multinacionales al mando del General MacArthur se internaron en territorio coreano con el fin de frenar el avance comunista procedente del norte.
Las hostilidades duraron algo más de tres años, y en ellas participaron directamente tanto chinos y rusos como norteamericanos. Lo que estuvo apunto de originar una guerra directa entre EEUU y la URSS, terminó en julio de 1953 con la firma del Armisticio en Panmunjong, que no es otra cosa que un alto el fuego permanente, por lo que en términos jurídicos, las dos Coreas siguen a fecha de hoy en estado de guerra.
El reciente inicio de maniobras militares de EEUU en aguas surcoreanas y las declaraciones tibias de chinos y rusos no hacen más que alimentar la tensión en la zona y nos hace tener la sensación de que la guerra inacabada puede tener en breve un segundo capítulo, sin pararnos a pensar en las consecuencias de un posible enfrentamiento, otra vez, entre los dos grandes bloques.
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