7 de enero de 2011

Música: El futuro de la Industria

No hace mucho, las tiendas de discos se abarrotaban en estas fechas y la sensación cuando estabas en una de ellas era similar a la del primer día de rebajas. Gente buscando la ganga, una reedición especial o el último album del artista de moda que suena una y otra vez en las radios.
Ahora, ni existen tiendas de discos.
La nueva ola de los años 80 y la aparición del formato CD impulsaron la demanda y las cifras de ventas hacían rentable la inversión por parte de las compañías discográficas en nuevos talentos, realimentando a la industria constantemente. Hoy en día, la falta de expectativas y el elevado riesgo que supone acometer nuevas inversiones hace que las compañías discográficas no estén apostando en nuevos autores e intérpretes y "tiren de catálogo"
¿Qué ha pasado? Todo empieza con la aparición de la ADSL. Napster entendió desde el primer momento las implicaciones del P2P y las compañías de música, en vez de aliarse con la plataforma y desde dentro crear un sistema legal de descargas y compra de música (hoy no estaríamos en esta situación), optó por emprender una batalla legal que, como se ha visto, no ha traído más que el uso indiscrimado del sistema de intercambio de archivos. Este fenómeno ha derivado en un cambio en la percepción del producto musical por parte de los consumidores.
La manta y las descargas en internet han llevado a la idea, sobre todo a los usuarios jóvenes, de que la música es gratis, ¿por qué comprar un CD que me cuesta 11 € cuando lo tengo gratis en internet? Aquellos que dicen que el problema de fondo es el precio de los discos no se han parado a pensar en esto. Si el disco costase 5 € la gente lo seguiría descargando porque para qué pagar 5 € cuando lo tengo gratis en internet, y así a 4€, a 3€...
Para el consumidor la música no tiene un valor intrínseco, sino que es y debe ser gratis. ¿Cómo hemos llegado a este punto? En primer lugar, nos encontramos con que la música se puede copiar rápidamente, de forma barata y sin una pérdida significativa de calidad, algo que en otras manifestaciones culturales no ocurre, y por otra parte, las autoridades no han hecho prácticamente nada por regular y atajar el problema de la piratería, algo que sí ha tenido lugar en EE.UU.
¿A dónde vamos? No cabe duda que la era digital ha cambiado el modelo de negocio. Los editores musicales (como gestores de derechos y protectores de la obra) cobrarán mucha más importancia, el formato físico desaparecerá (excepto fetiches) y el producto que manejen las compañías será un bien intangible y no el "disco" al que estamos acostumbrados, de ahí que la medida adoptada a través del  canon dígital sea pan para hoy y hambre para mañana (ITunes ha sido pionero en la comercialización de música por medios digitales, y su catálogo es casi infinito, con un precio asequible por canción).
Las autoridades deben articular y legislar al respecto y habrá que reeducar a los consumidores, y hacerles entender que la música no es gratis, nunca lo ha sido, que existe un autor, un intérprete, un editor, un productor, una compañía que explota los derechos, una empresa que fabrica soportes, otra que los distribuye, unos técnicos de sonido, el manager que consigue que tu grupo preferido toque en tu ciudad,....

5 de enero de 2011

Historia: La Tregua de Navidad


Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que enfrentó al Imperio Austrohúngaro, al Imperio Alemán y al Imperio Otomano con las potencias aliadas, principalmente el Imperio Británico, Francia y EE.UU, tuvo lugar lo que más tarde se vino a conocer como la "Tregua de Navidad".

El 24 de diciembre de 1914, en tierras belgas, los ejércitos alemanes y británicos estaban inmersos en la batalla de Ypres y 50 metros escasos separaban las trincheras de ambos lados. Tras permanecer durante toda la jornada combatiendo ferozmente, las fuerzas enfrentadas se tomaron un respiro, permaneciendo alerta en los puestos de vigilancia. Algunos informes de intelegencia británicos advirtieron de un posible ataque alemán para esa misma noche, por lo que no bajaron la guardia en ningún momento. Lo que no pudieron preveer dichos informes es el "milagro" que estaba a punto de acontecer...
De pronto, uno de los vigías británicos advirtió la aparición de unas tenues luces en el lado alemán, con lo que dio la voz de alerta para prepararse para el ataque. Sin embargo, nada sucedió. Las luces se multiplicaron, y con la ayuda de binoculares, los ingleses se llenaron de asombro al constatar que se trataba de árboles de Navidad en las trincheras, encargados por los altos mandos alemanes para aliviar la nostalgia que en fechas tan señaladas podía minar la moral de las tropas. Pronto se oyeron con claridad agradables voces en alemán cantando villancicos: "Stille Nacht, heilige nacht..." "Noche de Paz, noche de amor...". Como respuesta, los ingleses replicaron con sus propios cánticos navideños y más adelante un soldado alemán se atrevió a cantar Noche de paz de pie, convirtiéndose en un blanco perfecto y al poco tiempo un grupo de soldados alemanes comenzó a caminar por la Tierra de Nadie con las manos en los bolsillos, desarmados. Nadie les disparó, al contrario, algunos efectivos ingleses los imitaron, encontrándose al poco tiempo en el territorio por el cual antes habían matado y muerto.
Tras un breve intercambio de regalos, los dos bandos acordaron sacar a sus muertos y darles un funeral conjunto reinado por el silencio y el respeto mutuo.
El Alto Mando inglés se enteró y sus representantes montaron en cólera. Posiblemente lo mismo pasó del lado alemán. Semejante falta de disciplina les resultaba intolerable. No es de extrañarse; al menos los ingleses habían gastado enormes esfuerzos de propaganda para hacer parecer a los alemanes como salvajes, calificándolos de "hunos" y desperdigando cuentos sobre atrocidades que no habían cometido (ni nunca cometerían). El verlos como personas normales desbarataba esos esfuerzos.
Al día siguiente continuó el horror en la mayoría de los frentes, pues la Gran Guerra se cobraría otros nueve millones de muertos.

Cruz recordatoria de la tregua de 1914 - Ypres, Bélgica